Soy un Hada 
Nazco cuando la luna se oculta 
y el sol todavía no se ve en el cielo. 
Pétalos de flores forman mis alas 
y de las flores tomo también 
el color de mi piel y de mis ojos. 
Mi voz es un dulce susurro, 
igual al sonido del agua en los arroyos 
y sé cantar canciones 
de tierras antiguas 
que nadie más ha visto. 
Sobre las ramas de los árboles 
mis pies ligeros bailan 
y puedo alzar el vuelo 
y subir muy alto 
o descender a descansar 
sobre los frescos prados 
y sentarme a beber el rocío 
que guardan para mí las azucenas. 
Me acerco pocas veces a los humanos, 
porque ellos son incrédulos 
y tienen tanto miedo 
que prefieren no verme. 
Sólo de vez en cuando 
mis ojos ven otros ojos 
que saben que existo 
y sobre ellos derramo 
mis dones más preciados. 
Cuando el sol empieza a brillar 
con fuerza en el cielo, 
es hora de cobijarse 
en los brazos del bosque 
y de dejar que la tierra madure 
y haga germinar las flores 
con las que volveré a nacer mañana. 



 
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